(Cuarta y última parte)
Resumiendo, la destrucción de los recursos naturales es consecuencia del modelo económico cuyo objetivo es la maximización de ganancias, y que representa una amenaza creciente para la sobrevivencia misma de la especie humana. Revertir el DeterioroAmbiental, frenar la extinción de especies y reducir la morbilidad asociada a la polución, será posible sólo regulando la desenfrenada acción de las corporaciones empresariales, algo a lo que, dicho sea de paso, no parecen estar dispuestos los partidos y grupos que enarbolan la bandera “ambientalista”; en segundo lugar, para recuperar un ambiente limpio es menester asegurar empleo para todos, y bien pagado, para que la #pobreza y el #hambre no empujen a nadie a atentar contra la madre naturaleza.
Asimismo, debe orientarse una mayor proporción del gasto público a la recuperación de bosques, suelos, aire y cuerpos de agua. Pero para lograr todo eso necesitamos un modelo de producción y distribución cuyo propósito central sea la felicidad de todos los seres humanos, que incluye el disfrute de un mundo limpio y amable. Pero un gobierno incondicional del gran capital, integrado por los mismos que contaminan y agotan los recursos naturales, nunca revertirá esta situación, ni frenará a las transnacionales que envenenan el aire que respiramos y nuestros ríos y lagos. Esta tarea sólo puede ser obra de un gobierno popular, único interesado en poner orden y capaz de hacerlo.